M.A.R. Editor. Extraña noche en Linares. Miguel Ángel de Rus

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Praga. Antología de relatos
Monika Zgustova, Karel Capek,Franz Kafka,Gustav Meyrink y otros
PRAGA. Relatos

Novedad
ISBN 978-84-941489-0-3
312 Páginas
PVP 18€

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INFORMACIÓN DEL LIBRO:
Praga es más que una ciudad, un espacio mítico, seduce con lentitud a través de los murmullos de sus piedras. En la capital de Bohemia aún es posible encontrarse con el pasado, con la historia. Se halla paseando por sus calles, al lado del río Moldava, cruzando por alguno de sus dieciocho puentes. Praga es mucho más que sus cafés o sus cervecerías, es una ciudad para abandonarse, para entregarse al sabor de sus calles y plazas. El lector lo comprobará en estos extraordinarios relatos.

Una deliciosa colección de textos de importantes autores clásicos y de destacados nombres de la nueva narrativa, que nos muestra la magia de esta ciudad. En Praga están grabados los grandes ciclones de la historia reciente. La Europa dividida, la dominada por uno u otro imperio, tuvo aquí uno de sus escenarios. Pero las piedras sobreviven a las decepciones de la historia, como dijo el poeta praguense Rainer María Rilke: "Es suficiente que a uno le guste escuchar para que las iglesias y los palacios de Praga cuenten las historias que saben; hablan por sí solos." En este libro nos encontramos con Fouche en Praga, de Stefan Zweig, con la fantasía de Jan Neruda, con el dolor de Kafka, con la actualidad de Monika Zgustova, con las vivencias de Alois Jirásek, Karel ?apek, Gustav Meyrink, Arkadiy Avérchenko o Apollinaire, entre otros. Praga nos invita a percibirla, a intuirla, buscando las rutas kafkianas y otras, que no son necesariamente las que nos ofrecen. Porque esta ciudad y la literatura, son páginas e historias que se van construyendo.

En Praga nos encontramos con grandes clásicos, como Stefan Zweig, Jan Neruda, Franz Kafka, Alois Jirásek, Karel ?apek, Gustav Meyrink, Arkadiy Avérchenko, Rainer María Rilke o Apollinaire, entre otros. Y, como es habitual en M.A.R. Editor, junto a los mejores escritores de los úl t imos dos c ientos años , se unen destacados autores contemporáneos: Monika Zgustova, Miguel Ángel de Rus, Pedro Antonio Curto, Elena Marqués, Joan Llensa, Manuel Cortés Blanco, Sara García Perate, Álvaro Díaz Escobedo, Juan Vivancos Antón, Francisco José Peña, Cristina Ruberte París, José Luis Ordóñez, Andrés Fornells, Charo Martínez, Francisco José Segovia, Raquel Taranilla, Helga Martínez Pallarés y Guillermo Sastre -que además es el autor de la imagen de portada-. Pedro Antonio Curto es el autor del excelente prólogo que nos acerca la magia praguense. La idea que mueve a M.A.R. Editor ya ha quedado fijada en otras ocasiones: unir a los clásicos de ayer con los que algún día serán nuevos clásicos. Y en esta ocasión lo hace en homenaje a una ciudad tan mágica como Praga.


Declaraciones de MONIKA ZGUSTOVA sobre PRAGA
La caída del Muro fue un momento muy feliz, pero después se estableció un capitalismo salvaje sin precedentes
MONIKA ZGUSTOVA

• Yo viví una época compleja y no puedo escribir sobre un fondo muy pacífico. Además, yo creo que los tiempos que vivimos forman parte de la vida de las personas. Sin la Primavera de Praga, yo no estaría ahora.

• La protagonista de mi novela se llama Silva y está inspirada vagamente en el personaje de mi abuela, que nació en un castillo a principios del siglo XX y murió en un barrio periférico de Praga. Fue nieta del compositor checo Federico Smetana. Los destinos de Silva son distintos a las de mi abuela y se basan en otras personas que yo he conocido. Pero el marco de mi novela es real. El siglo XX con todos sus cambios ha tenido una influencia grave, y muchas veces las personas han tenido dificultades casi infernales para acostumbrarse al nuevo sistema político, social y al nuevo marco social.

• En otoño del año pasado, al llegar a Praga, una de las primeras cosas que percibí en mi ciudad natal fue una gran cantidad de carteles con tres o cuatro azucarillos y una inscripción que proclamaba "¡ya le amargaremos la golosina a Europa!". Se trataba de una declaración de principios del partido gobernante, el ODS, que, con la arrogancia que caracteriza a su fundador, el presidente Václav Klaus, daba a conocer la actitud que tomaría al asumir la presidencia de la Unión Europea. La sociedad checa aceptó ese desdén sin entusiasmo, pero no por ello expresó su desacuerdo.

• La caída del Muro fue un momento muy feliz, pero después se estableció un capitalismo salvaje sin precedentes y la gente empezó a sufrir el doble porque perdió los puntos de referencia que tenía en la dictadura. Los únicos que ganaron fueron los oportunistas, los que se cambiaron de bando al día siguiente.

• ¿Por qué los checos, en vez de sentirse halagados por su protagonismo en la política internacional -derivado de su presidencia de la Unión Europea-, un protagonismo como nunca han tenido ni tal vez vuelvan a tener, se muestran en su conjunto indiferentes y escépticos?



PRAGA: PRÓLOGO DE PEDRO ANTONIO CURTO

¿Cuándo una ciudad se convierte en un lugar mítico? Supongo que es una confluencia de factores y hechos históricos, también de la intrahistoria que va dibujando los rincones de esa urbe. Uno de esos factores es su diferencia, la peculiaridad con la que destaca entre la amplia geografía de las ciudades. En una globalidad homogenizadora como la que vivimos, donde las calles, edificios y hasta el mobiliario urbano, parecen repetirse unos a otros, donde se puede tomar la misma "comida" en locales bajo el reino de conocidas marcas multinacionales, en que sí uno tuviese una amnesia parcial y repentina, tendría problemas para saber donde se encuentra, la existencia de lo diferente, de una ciudad con idiosincrasia propia, va perteneciendo ya, al rasgo de una resistencia necesaria. Y sin duda, Praga es una de esas diferencias que siguen brillando con luz propia.

La peculiaridad praguense es algo que se va percibiendo con lentitud, igual que una seducción a través de los murmullos. Porque el frenesí y la velocidad que inundan las grandes urbes (tampoco Praga se ha librado del todo de ellas) impide esa serenidad, ese tiempo necesario para alcanzar sin brújula un déjà vu, donde vivir el momento. Y en la capital de Bohemia, aún es posible encontrarlo. Se halla paseando por sus calles, al lado del río Moldava, cruzando por alguno de sus dieciocho puentes, porque ríos y puentes, se conforman en algunas urbes, como sus venas sanguíneas. Y Praga es una ciudad para abandonarse, para entregarse al sabor de sus calles y plazas. Así se descubren sus piedras y las piedras de Praga tienen duende, envuelven y cautivan, han ido grabando las huellas del tiempo en sus paredes, nos confiesan lo que ha pasado en sus calles, y en el caso de Praga, están grabados los grandes ciclones de la historia reciente. Por ejemplo podemos descubrir pequeñas placas metálicas situadas aquí y allá, con un nombre, de personas desaparecidas bajo la ocupación nazi, de los que nunca más se supo, igual que si se hubiesen desvanecido. Forman parte de los 80.000 judíos, víctimas, entre otros, de ese yugo opresor, cuyo recuerdo permanece en la sinagoga de Pinkas. Pero no es el único paseo por la historia reciente que le ha tocado a la capital checa. La Europa dividida, la dominada por uno u otro imperio, tuvo aquí uno de sus escenarios, vestido de primavera. A los pocos meses que los estudiantes parisinos se rebelasen enarbolando el poder de la utopía, en Praga los tanques soviéticos sofocaban una pequeña rebelión nacional, precisamente, tanques de una patria que naciese como idea utópica. En ese cruce de paradojas históricas que fue el 68, el estudiante Jan Palach se auto inmolaba en la Plaza Wenceslao, optando por la muerte ante la incapacidad de detener la inmensa fuerza bruta del poder. Unos absurdos de la historia, que serían un buen argumento para el más conocido escritor que pariese la ciudad, curiosamente prohibido en esa época. Pero las piedras sobreviven a las decepciones de la historia, quizás se conviertan en testigos mudos, o es posible que no sean silenciosas, que de alguna forma sepan hablar, pues como dijo el poeta praguense Rainer María Rilke: "Es suficiente que a uno le guste escuchar para que las iglesias y los palacios de Praga cuenten las historias que saben; hablan por sí solos." Porque la ciudad está ahí, pero necesita que alguien la pinte, la cante, la fotografíe, se convierta en libro. La ciudad es inmortal, a veces una inmortalidad con glorias y tragedias, con dificultades, como Praga, pero necesita reposar entre las páginas de un libro, porque la literatura ejerce como otro testigo, un testimonio que piensa, que reflexiona, que cuenta, que inventa, que descubre, que sueña... También está la que se padece, y así está la que nos cuenta Fouche en Praga, de Stefan Zweig, ese escritor austriaco que escogió Brasil para morir. Y así se han ido creando diversas Pragas, porque toda ciudad que se precie, y más aún un lugar mítico, siempre tiene muchos rostros, tantos, como miradas. Es así como los sitios por los que paseamos nos pueden resultar conocidos y familiares, aunque nunca hayamos estado en ellos. Pues Praga es la ciudad del regreso. Eso puede suceder en el barrio de Malá Strana, situado entre una ladera del Castillo y del omnipresente Moldava, donde podemos buscar la taberna Stajnc, a la señora Babor, a los vecinos de la calle Espuela, a sus funcionarios decadentes, a sus estudiantes ansiosos... no los encontraremos porque no existen, aunque pudieron ser. Ellos han habitado a finales del siglo XIX, entre las páginas de un libro, Cuentos de Malá Strana, en el que se crea un microcosmos de personajes y mundos que casi podemos tocar, a pesar de que nos sean distantes en el tiempo. Unas magnificas historias del escritor praguense Jan Neruda, ese a quien el bardo chileno plagiase el apellido. Porque si algo ha tenido Praga es buenos cantores: Jaroslov Hasek, Bohumil Hrabal, Milan Kundera, Vaclac Havel, entre otros. Ellos la amaron, la adularon, fueron complacientes con la tierra que les vio nacer, pero quien la colocó en el mapa, quien la reinventó de alguna forma, fue alguien que la odió. Aunque también, a su manera, la amase. Siempre trató de huir de ella (la madrecita tiene garras, decía) pero solo lo consiguió al final de su vida. Y quizás residiendo en ese Berlín en crisis, a pesar de estar por fin con la mujer amada, pero enfermo de tuberculosis, quizás evocase Praga, recordase sus paseos por la tarde, las visitas al café Louvre, sus encuentros con la naturaleza en los jardines Belvedere o las sesiones de teatro yiddish en el Café Savoy. Porque Kafka es Praga y Praga es Kafka, aunque la suya fuese una relación poblada de incomprensión y traiciones. Porque él escribió en alemán, la lengua de los que luego serían sus más feroces ocupantes. Pero también fue un judío cuya vida transcurriese, como él mismo dijo, en un limitado círculo geográfico de esa urbe. A pesar que la ciudad apenas reconoció su obra. Porque la literatura, determinada literatura, se ha escrito demasiadas veces, en los márgenes, lejos de los grandes focos, que muy a menudo, iluminan mediocridad y falsedad. Pues a pesar de todo eso, o quizás precisamente por esa relación de amor-odio, uno de los principales autores que ha construido la Praga literaria, es Franz Kafka. Aún cuando en su obra hable poco de ella, y se la intuya, más que se la vea reflejada o descrita.


PRAGA. MONUMENTO A  KAFKA


Se abre esta antología sobre Praga con una de las autoras y traductoras checas contemporáneas más destacadas, Monika Zgustova, a quien, además de leer en el diario El País leemos en sus novelas y en las traducciones que ha hecho de autores como Bohumil Hrabal, Kundera, Vaclav Havel, Jaroslav Hasek y Jaroslav Seifert, entre otros. Hay un bloque de autores clásicos que tuvieron a la ciudad de Praga como inspiración. Son relatos llenos de vivencias de autores como Alois Jirásek, Karel ?apek, Gustav Meyrink Arkadiy Avérchenko, Jan Neruda, Rilke, Guillaume Apollinaire, Zweig y el imprescindible Franz Kafka. Y, como es norma en M.A.R. Editor, junto a los mejores escritores de los últimos doscientos años, se unen autores contemporáneos que luchan por dar a conocer sus obras y que aportan nuevas visiones sobre Praga y sobre el hecho creativo: Miguel Angel de Rus, Elena Marqués, Joan Llensa, Manuel Cortés Blanco, Sara García Perate, Alvaro Díaz Escobedo, Juan Vivancos, Francisco J. Peña, Cristina Ruberte París, José Luis Ordóñez, Andrés Fornells, Charo Martínez, Celia Novis, Francisco José Segovia, Raquel Taranilla, Helga Martínez Pallarés, Guillermo Sastre -que además es el autor de la imagen de portada- y quien esto firma. La idea que mueve a M.A.R. Editor ya ha quedado fijada en otras ocasiones; unir a los clásicos de ayer con los que algún día serán nuevos clásicos.

Praga nos invita a percibirla, a intuirla, buscando las rutas kafkianas y otras, que no son necesariamente las que nos ofrecen. Porque esta ciudad y la literatura, son páginas e historias que van construyendo, esa ciudad literaria y real llamada Praga.



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