Viaje a Fardelia. Pedro Charro Ayestarán

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Viaje a Fardelia
Pedro Charro Ayestarán
Viaje a Fardelia. Pedro Charro Ayestarán

Colección NARRATIVA nº 70
ISBN: 978-84-17433-03-1• 166 páginas • PVP: 15,00 €


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INFORMACIÓN DEL LIBRO:
Un falso relato de viajes de aire fantástico con grandes dosis de humor, una parodia con referencias políticas.

Novela fantástica y de humor protagonizada por Ascanio Orabuena, profesor de origen español que trabaja desde hace décadas en la Universidad de Polla Vieja (California). Rodeado de los recuerdos de toda una vida dedicada a investigar el comportamiento humano, decide emprender, antes de su jubilación, un último viaje a un país casi desconocido al que muy pocos han podido ir: Fardelia.
Pero viajar a ese extraño y divertido país, según irá comprobando, resulta muy complicado. Además de los enredos académicos y burocráticos, Orabuena tendrá que lograr que el decano, con el que no se lleva muy bien, financie el proyecto. La relación amorosa que acaba de iniciar con la rubicunda Petra Supililiuma, experta en sánscrito, le hace dudar.

Finalmente viaja a Fardelia, y encuentra una sociedad muy peculiar donde no existe el poder ni se rigen por el derecho. Tratar de entender este pintoresco e impenetrable país, es un reto ante el que no está dispuesto a retroceder. En Fardelia, Orabuena encontrará al Profesor Succi, quien mantiene de forma clandestina viejas costumbres jurídicas, intimará con Turumbelli, un joven italiano que se encuentra a sus anchas en el país y sus investigaciones le llevarán a enfrentarse con un poder oculto. Es un falso relato de viajes de aire fantástico con grandes dosis de humor, una parodia con referencias políticas, de ágil y agradable lectura, que pasa de lo ridículo a lo profundo. Viaje a Fardelia ha sido finalista en el Premio Tristana de Novela Fantástica del Ayuntamiento de Santander.


PEDRO CHARRO AYESTARÁN
PEDRO CHARRO AYESTARÁN

(Pamplona, 1957) Ha sido abogado y profesor. Su última obra es la novela RC en la que narra las consecuencias de un atentado terrorista. Es también autor de la novela Sin tabaco (Diario de Navarra), de la recopilación de artículos Rascacielos (Ayuntamiento de Pamplona), y del ensayo 2 centavos, un diario. Ha escrito también relatos y teatro. En 2014 publicó una crónica de los sanfermines, titulada Fin de Fiesta, en la que trató el ocaso del fenómeno de la fiesta a partir de la última muerte en un encierro. Colaborador de distintos medios de comunicación, es autor de una columna semanal de opinión en Diario de Navarra. Mantiene el blog "2 centavos". Viaje a Fardelia es su primera novela publicada en M.A.R. Editor.


Entrevista a Pedro Charro
El mundo inventado sirve de espejo, es una manera de reflejar, por contraste el propio. El último que tenemos es Tabarnia, que también responde a un fino sentido del humor.
Pedro Charro en la Feria del Libro de Valladolid junto al escritor Miguel Ángel de Rus
Pedro Charro en la Feria del Libro de Valladolid junto al escritor Miguel Ángel de Rus


P.-¿Viaje a Fardelia es una novela de humor o de viajes?
R.- Es una novela con humor que parodia los libros de viajes. Ambos géneros son un reto. El humor es una cosa muy seria, los más grandes han usado el humor, pero no tolera que se abuse de él, que se amplíe demasiado. Es un asunto delicado, de medida. El humor, o la ironía, si se quiere, es una forma de persuadir tal vez mejor que la forma seria. Parece que con el humor todo se hace más soportable. Con el humor se logra que el lector disfrute, algo que algunos ven mal, pero que es la primera obligación del escritor. En cuanto a los viajes, son el opio de nuestro tiempo. Todo el mundo quiere dar la vuelta al mundo, escapar a lugares exóticos. El viaje se identifica con la felicidad. Sin embargo, el viaje, como todo, no es lo que era. El mundo se ha convertido en un parque temático. El viajero romántico que encontraba maravillas en su periplo ya no vale, ya no existe, y es un poco lo que se parodia en este libro también. El autentico viaje se hace sin moverse de casa o yendo hasta la esquina.

P.-¿En qué país te has inspirado para crear Fardelia?
R.- En el propio, sin duda. Por mucho que uno se deje llevar por la imaginación o emplee la escritura automática, acaba hablando de sí mismo y de lo que tiene al lado. Los paisajes, los lugares, vienen de mis recuerdos y sobre todo del Cabo de Gata, un lugar fuera del mundo. Pero sobre todo me han inspirado en lugares inventados: países literarios, los desiertos, las islas remotas. El lugar inventado sirve de espejo, es una manera de revelar, por contraste, el propio. El último que tenemos es Tabarnia, que también responde a un fino sentido del humor.

P.-El protagonista de tu novela, Ascanio Orabuena, a veces está bastante perdido. ¿Rasgo autobiográfico?
R.-Sí. Pero es un hombre perdido en la razón, lleno de lecturas y de información, lleno también de voluntad y curiosidad que emprende un viaje para aclararse, para descubrir algo distinto. Es un buscador de la verdad. En este punto es también un viaje iniciático. Es un hombre del siglo XX, cegado por la utopía, que por cierto es una isla inventada. Todos hemos querido viajar allí. Dar a conocer Fardelia, un lugar remoto donde no existe el poder, sería un gran éxito para él. El hallazgo de un paraíso. El viaje prueba que la utopía está siempre cerca de la distopia, que el paraíso se las arregla para parecerse al infierno. Orabuena, en cierto modo va a triunfar, aunque no como esperaba. En ese punto es un viaje clásico, donde el que vuelve es distinto al que se fue.

P.-El protagonista trabaja en la Universidad de Polla Vieja (California). ¿Te has valido de tus conocimientos de alguna universidad cercana para inspirarte en la peculiar vida cotidiana de la universidad californiana?
R.-Sí, sí. La universidad es una cosa bastante cómica. No hay más que ver los desfiles con birrete. Es un lugar muy solemne, que tiende a creerse en posesión de la piedra filosofal. Sin embargo, vista por dentro resulta un poco anquilosada, y tan prosaica como cualquier otra actividad. La comedia universitaria es igual en todas partes. Hay siempre una tendencia a la impostación, a la gravedad un poco ridícula del que se escucha hablando. Ese es el personaje universitario La universidad, la ciencia, reclama para sí todo el saber, lo sabe todo y lo controla todo y eso es un poco risible. Orabuena y sus colegas están en esa creencia. Pero cuanto más saber, podemos decir, más lejos está uno de la verdad. Hay como un foso entre el saber y el hacer. Por ejemplo, se enseña literatura en la universidad, pero es incapaz de enseñar como escribir una novela. Eso va por otro camino.

P.-¿Qué has querido contar con Viaje a Fardelia?
R.-Que perseguimos algo y que lo que encontramos es siempre otra cosa, y ese malentendido es el núcleo de nuestra vida. Que nos construimos en ese viaje, que las personas y las cosas que nos salen al encuentro son lo que nos cambia. Que el tiempo hace de las suyas. He visto que Aira, ese escritor travieso, dice que el espacio es la categoría feliz, donde uno vive, camina, actúa, y el tiempo es la triste, la que va dejando recuerdos y heridas detrás, allí donde se envejece y muere. Por eso la gente quiere viajar en el espacio, irse de viaje. La vieja metáfora del viaje para explicar la vida sigue sirviendo. Es la historia de don Quijote que sale al mundo a desfacer entuertos y es molido a palos a la primera.

P.-Se afirma que es un falso relato de viajes con grandes dosis de humor, una parodia con referencias políticas que pasa de lo ridículo a lo profundo. ¿Las referencias tienen que ver con España?
R.-Puede que la España que tengo más cerca, pero que es común al resto, donde el particularismo, el canto a la excelencia propia y la obsesión por la diferencia es la monserga diaria. No hace falta ni poner ejemplos. Por eso digo en el libro que, si se mira con atención, hasta en un tiesto se ven grandes diferencias. Luego está esa sensación de decadencia que reina en el país, de que las cosas parecen cada vez más falsas, que se juegan en la trastienda, que nadie es capaz de explicar lo que pasa. Todo eso se da en Fardelia. Un país que quiere vivir sin ley, liberarse de ella en nombre de la libertad, cuando eso sería volver a la selva. Un juego de espejos, claro.

P.-¿Cómo se pasa de una novela tan dura como RC, sobre el terrorismo, a una novela ágil, de humor, de fácil lectura?
R.-Con gran placer. Es como tener permiso para salir al recreo. Con RC seguí una dieta rigurosa para contener el relato, para que el lenguaje acompañara a la historia que hablaba de dolor y responsabilidad, la que parece que todavía no se quiere asumir. Era, por otra parte, la historia que viviendo donde vivo no podía evitar. Con Fardelia ha sido como salir de viaje de vacaciones, abrir la puerta, jugar con el lenguaje y permitir que la imaginación, la loca de la casa, como se sabe, se escape a hacer de las suyas

P.-¿Has escrito un libro muy polémico sobre los Sanfermines titulado "Fin de fiesta" en el que denuncia la zafiedad en que se ha convertido esta fiesta navarra, sinónimo de juerga sin freno donde todo vale. ¿Te ha costado mucha incomprensión, boicots, perder relaciones?
R.- Mas bien el pago del silencio, del ninguneo. Que los sanfermines han ido decayendo es algo que sabe todo el mundo, pero que no es de buen tono admitir. Que no puede decirse en alto. La consigna oficial es que cada año son mejores. Con la fiesta se trata de la tradición, y tocar la tradición es muy doloroso. Los sanfermines son un residuo de la antigua fiesta sagrada. Es lo que se ha transmitido de padres a hijos, la manera de celebrar la vida. Pero la fiesta se ha masificado y degradado y se han perdido los referentes para vivirla, las reglas. Se ha convertido para muchos en puro exceso donde todo vale. Por eso es tan importante denunciar que se pierde. El viaje, la fiesta, el mundo, vaya, no es lo que era y eso nos alarma.

P.-Por último, danos una razón para ir a Fardelia…
R.-Ningún destino puede ofrecer tanto y por tan poco: un lugar al que se accede abriendo el libro y dejándose llevar sin prisas ni codazos. Un viaje que no se acaba. El viaje interior, el viaje sentado en el sillón, el viaje alrededor de uno mismo del que se vuelve cambiado. No hay comparación. No en vano Foster Wallace tituló su crónica sobre un crucero de placer como "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer".



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